Estonia, junto con Letonia y Lituania, se prepara para desconectarse de la red eléctrica controlada por Rusia y sincronizarse con el sistema europeo continental. Esta medida busca fortalecer la independencia energética de los países bálticos y reducir su dependencia de la infraestructura heredada de la era soviética. Las autoridades estonias han estado preparando a la población para posibles cortes de energía durante la transición, aunque consideran que los riesgos son bajos. La desconexión está programada para el 8 de febrero, seguida de la sincronización con la red europea el 9 de febrero.
Este paso es visto como un hito simbólico que marca la ruptura definitiva con la ocupación soviética y refuerza la integración de Estonia en las estructuras europeas. A lo largo de los años, los países bálticos han invertido en nuevas infraestructuras, incluyendo cables submarinos a Finlandia y Suecia, y un enlace terrestre a la red europea continental, para facilitar esta transición. Las autoridades han implementado medidas de seguridad adicionales para proteger la infraestructura crítica durante este proceso.
